31 de octubre de 2016

Cuando llega Halloween

Y dura cuatro días. Sí. Ni más ni menos. Llevo celebrando Halloween desde el viernes. De hecho dura dos semanas; mi familia lleva yendo a "Halloween parties" desde antes de que yo tuviera disfraz. ¡Ah, no!...¡si no tengo disfraz! 

Para variar, Vega lleva un mes entero emocionada con Halloween pero hasta el último día no sabe de qué se va a disfrazar. Quiero calabaza. De las gordas. Gordazas. Enormes. Redondas. De las que molestan en los bares. De las que hacen que tus piernas se separen al caminar. Busco en Amazon (en Amazon hay de todo, seguro que encuentro algo). ¡EQUILICUÁ! Lo tengo. Mi traje de calabaza que me hará parecer regordota y redonda (como ese día en Salinas, Silvia). PD: De esto hace 3 semanas ya.

Llega al día siguiente. ¡¡¡QUÉ EMOCIÓN!!! Salto por la casa porque está aquí mi paquete. Los niños me miran como diciendo: vaya tía loca que hemos metido en casa, ¡telita!. Se emocionan conmigo y lo abrimos entre todos. La caja no es muy grande en realidad. No se si ahí cabe una calabaza gordaza. Pero mi emoción continúa. Lo abro. Tela de disfraz. De la fina. La finísima. Desilusión. Pero no quiero perder la esperanza. Seguro que tiene algún mecanismo que al ponerla en el cuerpo engorda. FAIL. Ni engorda ni ná de ná. Soy una calabaza fea. Fofa. Muy fofa. Da pena mirarlo. Quiero llorar. Guardo el paquete tal y como me había llegado. Amazon, engañadores, timadores, malditos. No vuelvo a confiar. Pero no miro otras posibilidades. Por si de pronto el día de Halloween fuera a volvérmelo a probar y engordara de pronto. No pasa. Ilusa de mí.

Día antes de Halloween. La calabaza no ha engordado. Yo no tengo disfraz. Empieza el show. 30 $ en maquillaje, pestañas postizas y spray blanco para teñirme el pelo. Pruebas. Pruebas y más pruebas. 



Después de 135.246.435 pruebas de maquillaje, solo queda elegir la ropa. No voy a comprarme más. La calabaza fofa fue suficiente decepción. Tengo que apañármelas con lo que tenga por casa. Ehm... Dilema. Tengo que disfrazarme viernes, sábado y lunes. Y de diferentes cosas, por supuesto. Fiesta. Mi armario de repente parece las rebajas de Primark.

¿Y por qué no salimos el viernes de tranquis y solo maquilladas y así facilitamos las cosas? ¡Hecho! Fácil. Ropa negra. "Hot", porque aquí el Halloween de miedo no existe, sino que se ha convertido todo en una excusa para enseñar carne (así de triste, sí). Pero yo sigo queriendo dar miedo. Un Halloween sin miedo es carnaval, y eso ya tenemos en febrero.

Así que allá vamos. Las tres Marías (bueno, las dos Marías y la Lara). De negro, poco sexys y dando miedo. De fiesta por Seattle. Por primera vez.


Y cómo no, al estilo americano. Con una hamburguesa con patatas fritas y BATIDO DE CHOCOLATE (Sííí, no os lo perdáis, los americanos comen la hamburguesa y patatas con batido, por si las calorías eran pocas, y lo más alucinante: ¡¡¡MOJAN LAS PATATAS EN EL BATIDO!!!). Pero solo valen 2 $. Así que no hay excusa. Alegría pal cuerpo, Macarena. 

Salimos por Capitol Hill (un barrio mezcla entre Chueca y Malasaña) viendo chicas en bañador, chicos en tanga y demás disfraces extremadamente sexys, y que te hacían tiritar solo de imaginar el frío que debían estar pasando esas "pobres personas". Chicos que llegan a tu mesa al estilo americano (posiblemente solamente yo me entienda con "al estilo americano", pero es así como suele pasar en las películas) se acercan y te dicen todo lo "cool" que eres: "cool make up!", "cool name". "cool accent", "cool ____ (inserta todo lo que pase por tu cabeza)". Gente por la calle. Mucha. (Sí, parece algo lógico si lo ves desde la perspectiva española, pero aquí aún no lo había llegado a ver). Alcantarillas de las que sale humo (también muy americano). Bares de los que te echan a la 1.30 a.m. Puestos de perritos calientes. Bailes por la calle. Ubers gratis. Gran noche, en definitiva.




Al día siguiente la fiesta continúa. Con disfraces diferentes (Gracias Sabrina por dejarme usar tu increíble disfraz de... ¿novia cadáver?).


Pero esta vez más americano, si cabe. "Halloween house party". Nos han invitado a una fiesta en la que no conocemos a nadie. Llegamos a la entrada (dos horas después, al estilo español) y no hay nadie. Raro. Nos hacen pasar. Supuestamente debía haber 70 personas. Bueno, hay comida, suficiente. Nachos. Queso. Más queso. Más nachos. Salsa roja. Más queso. Nachos. ¡CUPCAKES! Más nachos. Eh... ¿qué son esos vasitos? GELATINA DE VODKA Y FRESA. "Don't you eat this in Spain?"... Hm.... Nope. Vasos rojos de plástico típicos americanos. Solo falta el ponche y sería total.



10 minutos más tarde... 70 personas. Esto empieza a parecerse a una fiesta. Bajamos al sótano que resulta ser "sala de baile". Nos hacemos con el ordenador. Españoles DJs... Malo... Carlos Vives. Enrique Iglesias. Reggeton. Mucho reggeton. Creo que los americanos quieren matarnos. ¡Pero por fin! Esta gente no sabe lo que es la música de fiesta. 


Para terminar con Halloween, el lunes vamos a salir ocn la familia a hacer Trick or Treat. Para variar, la emoción me puede. Trick or treaaat??? TRICK OR TREAT?? Sueño con ello. Parece ser que no vamos a quedarnos por el barrio. Vamos a ir a Seattle a hacerlo. Y así es. Pero no es lo que esperaba. Vamos por las tiendas. Ni siquiera se dice trick or treat. No hay treat. Nada de huevos en la pared de la casa. Nada de bromas pesadas. Siempre hay caramelos y dulces. Y encima, no me da tiempo a disfrazarme. Desilusión. 

¡Pero eh! Para compensarlo, el domingo fui a hacer hiking (bueno, no tan hiking, solo un paseito) a uno de los sitios más impresionantes que he visto hasta ahora aquí: Snoqualmie Falls. Una cascada a media hora de Bellevue que deja simplemente con la boca abierta. Eso sí, mucho turista. Todo hay que decirlo.
PD: El edificio que se ve justo encima de la cascada es un Hotelazo. HO TE LA ZO. Una pasada. 




Ya no escribo más, que me he dado cuenta de que os estoy dando una paliza algo grande hoy. Además es tarde y hay que dormitar.

Tito, siento no escribir nada de mi trabajo, pero no es tan interesante como esto. La próxima prometo escribir algo más acerca de lo "importante" y no tanto de lo "divertido". Prometido Tito.

¡Buenas noches, días!

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