11 de mayo de 2017

De familiares gastronómicos

¡Se me acumulan las entradas! Si. Hace mucho que no escribo. Lo sé. Y pido perdón... de nuevo. Y me prometí a mí misma que sería constante. Y nada eh... ni aún así. Que menuda pereza da... Pero prometo que en la próxima semana actualizaré mis novedades. Que no son pocas.

Comienzo con... lo imprescindible. La visita. LA VISITA. ¡¡Los "familares" vinieron a visitarme!! Oh yeah! Después de 7 meses sin verles, llegaron. Y aunque parecía que no mucho, resulta que sí les echaba de menos. Un poco. No mucho.... no os lo creáis, jajaja. Pero se notaba mucho vuestra falta....



Y no creáis que si no he escrito antes es porque no fue un viaje interesante. Porque lo fue. Empezando con el diluvio universal. ¿Qué paaaasaaaa? ¿Pero qué tipo de karma es este que me persigue? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿No tengo suficiente con Seattle? Parece que no... Y es que el frío era peor que el de diciembre. A mediados de abril. Y con el abrigazo. EN-SERIO-QUÉ-ESTÁ-PASANDO. Y así nos pasamos los dos primeros días. Lluvia. Lluvia. Tormenta. Truenos. Relámpagos. Inundaciones. Frío. Café. Café. Hamburguesa (que la grasa calienta). Café. Hotel. Hotel. Lluvia. Frío. Etc.


Pero en mi lista de "cosas que pasaron los primeros días" no he hecho suficiente hincapié a... Hamburguesa. Hamburguesa. Hamburguesa. Hamburguesa... Sí. Porque Enriquito venía preparado. Preparado con su tesis doctoral acerca de  "LAS MEJORES HAMBURGUESAS DE NUEVA YORK". De hecho, no solo hamburguesas. Hamburguesas, Perritos calientes. Sandwiches. Pizzas. Y mapas con TODOS los lugares donde comerlo, todo bien localizado. Para no tener pérdida.







Ya me lo había avisado mi madre:
Vega, si quieres hacer dieta, este es el momento. Porque no sabes la que te espera cuando vayamos. Esto no es un viaje normal. Es un VIAJE GASTRONÓMICO.
Y hasta se quedó corta. Gastronómico no es suficiente para describir todo lo que comímos. Con decir que no eramos capaces de hacer snacks a media mañana o a media tarde de lo llenísimos que quedábamos entre desayuno-comida-cena... Ni sandwich de cookies y helado. Ni masa de cookies (sí, en NY hay una tienda donde venden MASA DE COOKIES. Como si fueran bolas de helado. Una locura). Ni donuts ni nah de nah.

Pero pronto exploté (LITERAL). Y llegaron las cosas típicas americanas. COSAS TÍPICAS AMERICANAS de verdad. No de las que nos creemos en España. NO. Aquí no comen hamburguesas (rectifico: Aquí -EN SEATTLE- no comen hamburguesas). Y empezamos a ser americanos de verdad. Thai food. Pie. Waffles and Fried Chicken. Biscuits with grav
y (que no son galletas- nos tienen engañados)...

Esto es una biscuit

No mucho más healthy que una hamburguesa... Cierto.

Pero ¡eh! ¡Que no todo fue comer!. Que conseguimos hacer en 7 días todo lo imprescible en Nueva York. Oh si. En solo 7 días (bueno 5 descontando los días de diluvio). Y después nos sobró tiempo para repetir lo que más nos había gustado, para comprar ropa -de hecho, especifico, comprar LEVI'S (mamá, espero que te los estés poniendo todos los días)- en todos los outlets de la ciudad, y disfrutar del sol en los parques.








Y debo reconocer. Lo que más me gustó fueron las cosas que no había hecho en mi viaje anterior. Quizá porque era nuevo. Quizá no. Simplemente porque es mejor. O distinto. No es parte de lo más turístico de la ciudad. No es esa ciudad de mentira que está hecha simple y llanamente para el turista. O quizá por la compañía. Que, para qué voy a negarlo, hace muuuuucho. 



Pero esta vez Nueva York me enamoró. Puede que por el solazo que me hizo ponerme mis primeros shorts en Estados Unidos. Pero desde Williamsburg y sus super serios judíos ortodoxos cargados de "tartas" (que resulta que son panes sin levadura que saben a cartón), hasta Harlem y sus misas Gospel o sus calles VACÍAS. Pasando por la Universidad de Columbia y su ambiente universitario que tantísimo echo de menos. O Chelsea y sus restaurantes y cafeterías con ese estilazo tipo Chueca que te hace querer pasar el día yendo de uno a otro (y gastándote un dineral, claro).


De hecho... No quería alargarme mucho. Pero tengo que contar la historia de Williamsburg. La historia de los judíos ortodoxos. Y de cómo me volví loca por conocer más sobre su religión.
Resulta que llegamos "al barrio judío" un sábado por la tarde. Y nadie.  Ni blas. Dos personas. Quizá tres. Muy raro todo... ¿Será su día de descanso? ¡Qué rabia! ¡Agggg! No vimos nada. Así que decidimos volver. El lunes. El lunes será un día normal en el que ellos salgan a trabajar, seguro. Y nosotros, tan felices, y con muuuucho tiempo de sobra (al parecer) allá volvimos. El lunes. A verles trabajar.
Y nos esperábamos algo como esto (al menos yo):














Y no lo conseguimos. Nada. Que el lunes también debía ser día de descanso. O algo. ¿A estos que les pasa? ¿Por qué no salen de casa? ¿Será que tienen alergia al sol? ¿A partir de las 3 de la tarde no pueden salir de casa? ¿Tendrán miedo a los turistas? 
Solo había algunos hombres por la calle. Hombres cargados de cajas. Todos los hombres que había llevaban 2 o 3 cajas. Como de Pizza. Pero un poco más gordas. ¿Qué llevarán? ¿Qué será eso? ¿Será un día especial? ¿Será fiesta? ¿Será el día de la pizza? ¿O de la pie...? 


Decidimos perseguir a unos cuantos. A ver dónde compraban eso. Pero nada. No encontrábamos ninguna panadería, ni pastelería, ni nada. De hecho, todos los carteles estaban en hebreo. Así que tampoco teníamos forma de saber lo que era cada establecimiento. Y parecía que las tiendas estaban escondidas. En desvanes. Muy raro todo...

Después de rato buscando... No hubo forma. Así que, ¿qué hago? PREGUNTAR. Porque si tengo una pregunta necesito respuesta. Y ¿quién me la va a dar mejor que ellos? Y allá fui. Al primer chiquito que vi por la calle. 
- Perdón... ¿qué es eso que todos lleváis? ¿Es una tarta? ¿Empanada? ¿Pizza? ¿Pie?
Y el chico que ni me mira. Aparta la cara. Como si fuera un monstruo... No hablo de no mirar a los ojos. No mirar. Literal. Cabeza vuelta. 360º. Qué vergonzoso...

- Hmmm... No... Es pan... Es pan ácimo, sin levadura. Un pan especial.
- ¡Oh! ¿Es algo especial entonces? ¿Por eso no hay nadie en la calle? ¿Y dónde se compra? ¿Está bueno?
Y ahí se acabó la conversación. Huyó despavorido. Sin mirar. Por supuesto... Y mi interés creció. Y me puse a investigar y a leer. Sobre su religión, sus costumbres, sus fiestas, por qué visten así, por qué esos sombreros, por qué las patillas eternas, por qué ese chico retiraba la cara... Y encontré muuuuucha información. Entre ellas la respuesta a mi pregunta principal: ¿Por qué nunca nos miró?

Resulta que las mujeres que son judías ortodoxas visten así por modestidad. No quieren llamar la atención. No pueden enseñar faldas por encima del gemelo, ni escotes, ni manga corta. Tienen que llevar colores que no llamen la atención. Todo lo que sea posible para que los hombres no se fijen en ellas... "Porque si un hombre te mira y tiene malos pensamientos al verte, perderá hijos, y no se pueden permitir perder hijos de esta manera". No me lo estoy inventando. Lo leí en un foro. Una chica judía ortodoxa lo contaba todo. Quería poner el link pero no lo encuentro otra vez. Si lo encuentro lo pondré.
 Y llego yo, con mi pantalón corto, camiseta de tirantes con escote, etc... Y claro ¿CÓMO ME VA A MIRAR? ¿CÓMO?
Además, más tarde me enteré que los judíos ortodoxos (hombres) tienen prohibido hablar con mujeres que no son judías ortodoxas. El pobre chico ya puede haberse confesado...

Y me estoy liando. Muchísimo. Y no quería. Esta tenía que ser una entrada corta. Así que voy a dejarlo aquí. 
Solo quiero agradecer a mi madre y a mi hermano por el fantástico viaje juntos. Que no ha decepcionado, como ninguno de los que tenemos. Y que estoy feliz de tener una familia como la que tengo, tan divertida, tan espontánea, tan mágica. SOLO con ellos me lo paso tan genial. SOLO Y ÚNICAMENTE CON ELLOS.¡OS QUIERO!

Si se me ha olvidado algo, añadiré PDs. Porque seguro que sí. Y os dejo colección de algunas fotos.

¡Hasta MUY pronto!











No hay comentarios:

Publicar un comentario